“ESCASA CONCURRENCIA A LA MARCHA PLANTEADA DESDE LA OPOSICION” titula un parte de la Dirección Provincial de Prensa dando cuenta de la movilización del 9 de Julio en rechazo del acuerdo que prorroga a favor de la Panamerican Energy la explotación del petróleo de la cuenca del golfo San Jorge.
Nuevamente el distrato, el ninguneo.
Como en los peores momentos de la reciente crisis social e institucional, el gobierno parece empeñado en herir aún más la sensibilidad de una sociedad agobiada por el enfrentamiento y las divisiones inútiles.
“Opositores”, dice el comunicado oficial respecto de la presencia en las calles de una parte de la sociedad que junto a sus representantes gremiales, sociales, políticos, se manifestaron en contra de la firma de un acuerdo inconsulto, perjudicial, y a escondidas, que compromete los recursos petroleros hasta su agotamiento.
Hay quienes todavía piensan que nada cambió en una provincia que va por su tercer gobernador en un mismo mandato que además todavía no concluye.
“Opositores” balbuceaba el ex ministro Daniel Varizat –hoy conchabado en Fomicruz a la espera de la jubilación- cuando los periodistas le preguntaban por la protesta de estatales.
“Escasos” se remeda a sí mismo el gobierno cuando en tiempos de Carlos Sancho contaba “no mas de 400 manifestantes”
No se puede negar que al menos en este aspecto hay continuidad institucional se podría afirmar desde el sarcasmo.
Pero no es el caso. Lo cierto es que mientras el gobierno insiste en su retórica negadora y en sostener lo peor de sus tradiciones, la sociedad ya no es la misma.
Podrá pensar la actual administración que así como se manejaron de manera incierta y ocultista los 500 millones de dólares de las regalías lo mismo puede hacerse con la explotación del recurso fundamental del que prácticamente sigue viviendo la provincia a falta de fuentes alternativas que nutran la economía provincial. Pero la realidad no es la misma. Ni el contexto ni el contenido.
La lupa sobre Santa Cruz es cada vez mas grande, adentro y afuera. Los santacruceños ya no son meros espectadores de la cosa pública sino protagonistas que interpelan. Y nadie sabe en que medida ni hasta donde, ni cuantos son.
Y el resto de los argentinos ya no pregunta solamente adonde queda en el mapa Santa Cruz, sino que quiere conocer lo que ocurre en la provincia del presidente.
¿Tan pronto perdió de vista el gobierno las enseñanzas de una pueblada histórica cuyas consecuencias aún no desaparecen como lo muestran la presencia del propio gobernador Interino Daniel Peralta, la permanencia de los resistentes en la carpa de la dignidad y el vallado protegiendo la casa de gobierno, el pánico de los funcionarios a mostrarse en público, y la falta de candidatos oficialistas al menos en campaña electoral, a poco mas de 3 meses de una elección general?
Que significa “escaso” para un gobierno que se autoacuarteló para celebrar la independencia de la patria?
Imaginará que en el regimiento estaba el pueblo? Que las gradas estaban llenas? Que entre tanto entusiasmo cívico y espíritu patriótico y adhesiones al Frente para la Victoria no cabía un alfiler?
Escasos fueron tambien los primeros 500 manifestantes que comenzaron un 5 de marzo a cuestionar a una administración sorda y prepotente.
Dos semanas mas tarde, eran 12 mil los que había hecho crecer el gobierno a fuerza de bravuconadas y provocaciones irresponsables.
Es imposible que la historia se repita. Pero por lo mismo es imprevisible.
Es comprensible que la sociedad no se concientice de un día para el otro sobre la importancia de un recurso que así como alguna vez dio origen a su desarrollo, hoy determina su existencia misma.
Santa Cruz es una provincia adonde los temas fundamentales que debieran formar parte del discurso social y del debate de todos los días no se discuten. Ni siquiera se informan.
Pero el gobierno no debiera subestimar la evolución natural de los procesos sociales, y menos aún intentar repetir metodologías que ya fueron repudiadas, sino abocarse a resignificar sus conceptos y sus dichos.
Durante 16 años la sociedad fue fragmentada entre oficialistas y opositores, partidarios y detractores, amigos y enemigos.
De opositores fueron tildados y como tales fueron tratados en la Santa Cruz de Kirchner, los trabajadores públicos que pedían paritarias; los ciudadanos que denunciaban la politización de la justicia, el desplazamiento del Procurador Eduardo Sosa, la corrupción, o la censura.
Quienes reclamaban por el desprocesamiento de los trabajadores que se enfrentaron a las petroleras; o solicitaban la derogación de la emergencia económica, o el fin de las intervenciones a las cajas de jubilación y la obra social, eran opositores.
Pedirle a los funcionarios que rindan por sus actos, que atiendan a la prensa, y que distribuyan con equidad la publicidad oficial, era interpretado como una conspiración de la oposición al régimen.
De allí que evaluar que las mas de 7000 firmas que rechazan el acuerdo con la Panamerican es una expresión opositora es tan nocivo y desfasado como considerar oficialistas a quienes conciente o inconcientemente aplauden la irregular concesión de la explotación de los hidrocarburos.
El gobierno de Santa Cruz se reserva la potestad de descalificar a quienes lo critican.
Pero también y tal vez sin pensarlo, arrastra a sus propios partidarios al fango de la degradación, toda vez que los coloca en el rol de oficialistas cuando abonan los aciertos de la administración, pero los convierte en cómplices cuando la corrupción y la desidia infectan la administración.
Sería conveniente entonces que en lugar de lidiar con opositores apelara a los institutos que la constitución y las leyes le provee como las audiencias públicas y las licitaciones transparentes y competitivas,
O por ejemplo sacara a la luz el contrato con PAE que a dos semanas de haber sido firmado aún no fue publicado.
No lo conoce la gente, pero tampoco los diputados, los intendentes, concejales, ni mucho menos los gremios y la oposición. Ni el propio secretario de energía, Perrone hizo visible el convenio.
Arrogándose facultades extraordinarias y omnipotentes el ex presidente Carlos Menem privatizó YPF en nombre del peronismo y del pueblo argentino y llegó a decir que el propio Perón lo hubiera hecho.
Hay que convenir que Menem suele tener arrestos mesiánicos y que por lo mismo es demonizado incluso por quienes acompañaron su política de desguace del estado.
Pero al menos, y mal que le pese a muchos, el riojano es coherente.
Quizás una consulta popular a la ciudadanía de Santa Cruz para que se exprese sobre los contratos extendidos a la Panamerican, le aportaría al gobierno no solo el dato estadístico de cuantos opositores y cuantos oficialistas hay en la provincia, sino el verdadero sentimiento que impera en la sociedad al respecto.
De lo contrario no va a faltar el día de mañana quien sostenga que El General no solo privatizó YPF, sino que también se asoció con Lázaro Baez y Cristóbal Lopez para explotar las áreas revertidas, y junto a Bulgheroni y la British Petróleum entonaban la marcha peronista celebrando el capital.
Nuevamente el distrato, el ninguneo.
Como en los peores momentos de la reciente crisis social e institucional, el gobierno parece empeñado en herir aún más la sensibilidad de una sociedad agobiada por el enfrentamiento y las divisiones inútiles.
“Opositores”, dice el comunicado oficial respecto de la presencia en las calles de una parte de la sociedad que junto a sus representantes gremiales, sociales, políticos, se manifestaron en contra de la firma de un acuerdo inconsulto, perjudicial, y a escondidas, que compromete los recursos petroleros hasta su agotamiento.
Hay quienes todavía piensan que nada cambió en una provincia que va por su tercer gobernador en un mismo mandato que además todavía no concluye.
“Opositores” balbuceaba el ex ministro Daniel Varizat –hoy conchabado en Fomicruz a la espera de la jubilación- cuando los periodistas le preguntaban por la protesta de estatales.
“Escasos” se remeda a sí mismo el gobierno cuando en tiempos de Carlos Sancho contaba “no mas de 400 manifestantes”
No se puede negar que al menos en este aspecto hay continuidad institucional se podría afirmar desde el sarcasmo.
Pero no es el caso. Lo cierto es que mientras el gobierno insiste en su retórica negadora y en sostener lo peor de sus tradiciones, la sociedad ya no es la misma.
Podrá pensar la actual administración que así como se manejaron de manera incierta y ocultista los 500 millones de dólares de las regalías lo mismo puede hacerse con la explotación del recurso fundamental del que prácticamente sigue viviendo la provincia a falta de fuentes alternativas que nutran la economía provincial. Pero la realidad no es la misma. Ni el contexto ni el contenido.
La lupa sobre Santa Cruz es cada vez mas grande, adentro y afuera. Los santacruceños ya no son meros espectadores de la cosa pública sino protagonistas que interpelan. Y nadie sabe en que medida ni hasta donde, ni cuantos son.
Y el resto de los argentinos ya no pregunta solamente adonde queda en el mapa Santa Cruz, sino que quiere conocer lo que ocurre en la provincia del presidente.
¿Tan pronto perdió de vista el gobierno las enseñanzas de una pueblada histórica cuyas consecuencias aún no desaparecen como lo muestran la presencia del propio gobernador Interino Daniel Peralta, la permanencia de los resistentes en la carpa de la dignidad y el vallado protegiendo la casa de gobierno, el pánico de los funcionarios a mostrarse en público, y la falta de candidatos oficialistas al menos en campaña electoral, a poco mas de 3 meses de una elección general?
Que significa “escaso” para un gobierno que se autoacuarteló para celebrar la independencia de la patria?
Imaginará que en el regimiento estaba el pueblo? Que las gradas estaban llenas? Que entre tanto entusiasmo cívico y espíritu patriótico y adhesiones al Frente para la Victoria no cabía un alfiler?
Escasos fueron tambien los primeros 500 manifestantes que comenzaron un 5 de marzo a cuestionar a una administración sorda y prepotente.
Dos semanas mas tarde, eran 12 mil los que había hecho crecer el gobierno a fuerza de bravuconadas y provocaciones irresponsables.
Es imposible que la historia se repita. Pero por lo mismo es imprevisible.
Es comprensible que la sociedad no se concientice de un día para el otro sobre la importancia de un recurso que así como alguna vez dio origen a su desarrollo, hoy determina su existencia misma.
Santa Cruz es una provincia adonde los temas fundamentales que debieran formar parte del discurso social y del debate de todos los días no se discuten. Ni siquiera se informan.
Pero el gobierno no debiera subestimar la evolución natural de los procesos sociales, y menos aún intentar repetir metodologías que ya fueron repudiadas, sino abocarse a resignificar sus conceptos y sus dichos.
Durante 16 años la sociedad fue fragmentada entre oficialistas y opositores, partidarios y detractores, amigos y enemigos.
De opositores fueron tildados y como tales fueron tratados en la Santa Cruz de Kirchner, los trabajadores públicos que pedían paritarias; los ciudadanos que denunciaban la politización de la justicia, el desplazamiento del Procurador Eduardo Sosa, la corrupción, o la censura.
Quienes reclamaban por el desprocesamiento de los trabajadores que se enfrentaron a las petroleras; o solicitaban la derogación de la emergencia económica, o el fin de las intervenciones a las cajas de jubilación y la obra social, eran opositores.
Pedirle a los funcionarios que rindan por sus actos, que atiendan a la prensa, y que distribuyan con equidad la publicidad oficial, era interpretado como una conspiración de la oposición al régimen.
De allí que evaluar que las mas de 7000 firmas que rechazan el acuerdo con la Panamerican es una expresión opositora es tan nocivo y desfasado como considerar oficialistas a quienes conciente o inconcientemente aplauden la irregular concesión de la explotación de los hidrocarburos.
El gobierno de Santa Cruz se reserva la potestad de descalificar a quienes lo critican.
Pero también y tal vez sin pensarlo, arrastra a sus propios partidarios al fango de la degradación, toda vez que los coloca en el rol de oficialistas cuando abonan los aciertos de la administración, pero los convierte en cómplices cuando la corrupción y la desidia infectan la administración.
Sería conveniente entonces que en lugar de lidiar con opositores apelara a los institutos que la constitución y las leyes le provee como las audiencias públicas y las licitaciones transparentes y competitivas,
O por ejemplo sacara a la luz el contrato con PAE que a dos semanas de haber sido firmado aún no fue publicado.
No lo conoce la gente, pero tampoco los diputados, los intendentes, concejales, ni mucho menos los gremios y la oposición. Ni el propio secretario de energía, Perrone hizo visible el convenio.
Arrogándose facultades extraordinarias y omnipotentes el ex presidente Carlos Menem privatizó YPF en nombre del peronismo y del pueblo argentino y llegó a decir que el propio Perón lo hubiera hecho.
Hay que convenir que Menem suele tener arrestos mesiánicos y que por lo mismo es demonizado incluso por quienes acompañaron su política de desguace del estado.
Pero al menos, y mal que le pese a muchos, el riojano es coherente.
Quizás una consulta popular a la ciudadanía de Santa Cruz para que se exprese sobre los contratos extendidos a la Panamerican, le aportaría al gobierno no solo el dato estadístico de cuantos opositores y cuantos oficialistas hay en la provincia, sino el verdadero sentimiento que impera en la sociedad al respecto.
De lo contrario no va a faltar el día de mañana quien sostenga que El General no solo privatizó YPF, sino que también se asoció con Lázaro Baez y Cristóbal Lopez para explotar las áreas revertidas, y junto a Bulgheroni y la British Petróleum entonaban la marcha peronista celebrando el capital.
Por Héctor Barabino.
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