Por Mex Urtizberea
Cobarde, un muchacho catalán golpea a una adolescente inmigrante que viaja sola en un tren de Barcelona.
Nunca nadie más cobarde: en un vagón casi desierto, a una chica menor de edad, sentada sola, mirando para abajo.
Cobarde, la golpea.
Por miedo, paralizado por el miedo, otro muchacho que está sentado en diagonal a la chica, frente a ella, frente a los golpes, frente al golpeador, testigo de todo, no hace nada por ayudarla.
De miedo, mira para otro lado mientras la violencia ocurre. Entonces, la violencia ocurre.
Por miedo, la madre de la chica ecuatoriana no denuncia en
De miedo, hace silencio, silencia lo que ha ocurrido. Por miedo, se mudan de casa.
Cobarde, el muchacho catalán. Cuando todo sale a la luz porque alguien que vio el video de la agresión grabado por la cámara de seguridad del tren actúa de oficio, dice que lo hizo porque estaba borracho, y punto; cobarde.
Con miedo, el muchacho que vio golpear a la niña y no hizo nada denuncia en una comisaría que sus vecinos lo insultan por no haber reaccionado frente a la agresión, pues lo reconocieron en el video.
Por miedo, la chica ecuatoriana ahora no quiere salir de su casa; por el miedo de ser golpeada por un cobarde; por el miedo de ser inmigrante; por el miedo de no ser defendida por nadie; por el miedo a un mundo que por miedo ejerce la violencia, se calla la boca, mira para otro lado, se exime de ser solidario, de comprometerse con el otro, de gritar por el otro, de tener un gesto de valentía para darle una mano a alguien.
Por miedo al miedo de los demás, no quiere salir de su casa.
Y el de ella es un miedo indiscutible.
Finalmente, el miedo ha ganado la batalla: logró que alguien estuviera aterrado con razón.
Por miedo a las diferencias, por miedo al que no es igual a uno, por miedo al otro, por miedo a la diversidad, los cobardes construyen odio y rechazo, y lo pregonan, lo ejercen, lo divulgan, para que otros cobardes también se sumen al miedo, al odio, al rechazo.
Por miedo a compartir algo de lo que se tiene, los cobardes se espantan, se aterran, se aferran a sus miedos y ven enemigos donde no los hay.
Por miedo, se construye una industria del miedo, y el miedo amenaza, como dice Eduardo Galeano: si habla, tendrá desempleo; si camina, tendrá violencia; si piensa, tendrá angustia; si duda, tendrá locura; si siente, tendrá soledad.
Cobarde el muchacho catalán, nunca nadie más cobarde: golpear a una inmigrante.
Y cobardes todos los que quieren asustarnos para que cerremos con candados nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario